Queridos amigos, les voy a narrar una cacería muy peculiar donde logre hacer muy buenos amigos y cazar una pieza muy buena a lado de mi familia.
Esta cacería se organizó gracias a que mí querido amigo que en paz descanse Hernán Carrillo era profesor en la Universidad y les dijo a sus alumnos, quien tenga o conozca un rancho donde pueda ir yo de cacería con un amigo le pongo 10 en el examen final y cuál fue su sorpresa que un alumno a quien le apodaban el chilolo tenía un rancho en Cananea Sonora en donde se desarrolló la siguiente historia.
Íbamos rumbo a Sonora, cuando nos tocó pasar un retén y mientras les mostrábamos la transportación no falto el judicial que se sentía experto en armas y comenzó a manipular los rifles moviéndole el telescopio a su antojo, mi esposa se dio cuenta y me lo comento pero ya con las carreras olvide revisarlo, pero esa aventura viene a continuación.
Ya llegando a Sonora pasamos por mi amigo Hernán y su esposa al aeropuerto, luego fuimos a comprar los víveres para una semana y nos fuimos a casa de chilolo, quien junto con su esposa Lety y toda su familia ya nos esperaban en sus casa con una cena deliciosa y hasta regalos, pero lo que más me impresiono fue la hospitalidad tan cálida que nos brindaron sin conocernos y más aún tomarse la molestia de antes preguntar por nuestros nombres y recibirnos por nuestro nombre y como si fuéramos familiares ,cuando era la primera vez que los veíamos, háganse de cuenta que ya los conocíamos de años.
Al finalizar la cena nos dieron unos regalos a cada uno, no cabe duda que las gente del norte son sinceros, amigables y excelentes anfitriones. Al día siguiente pasaron por nosotros al hotel y al ver a mi esposa le preguntaron, ¿así va a ir de cacería? Por ella está acostumbrada a arreglarse mucho y no suelta sus zapatos altos por nada, entonces los señores dijeron no, no va a poder caminar, en fin después de 1 hora y media llegamos a tan esperado lugar, ya llegamos, nos instalamos, ahí conocimos a Ramoncito él iba a ser nuestro cocinero, nos preparó unas bebidas refrescantes, botanas, no tardo en caer la noche e hicimos una fogata por que la temperatura estaba muy baja y calaba el frio en los huesos, nos sentamos alrededor de la fogata, viendo un hermoso cielo estrellado y a cada uno nos tocó platicar una anécdota y aventuras de cacería por lo que casi nos amanecíamos con tanta charla.
A las 5 de la mañana nuestro cocinero ya nos tenía preparada una mesa tipo buffet con huevo revuelto, café de olla, jugo, 2 o 3 guisados, tocino, chorizo, frijoles refritos, tortillas de maíz, harina y pan vaquero recién hecho, era todo un estuche de monerías este Ramoncito, ya bien desayunados salimos en busca de encontrar un gran venado, pero no tuvimos suerte, llegamos muy cansados de tanto caminar, Ramoncito nos recibía con un trago en la mano, cenábamos y nos sentábamos a seguir platicando entre todos sintiendo el calor tan especial que produce la fogata y estábamos como pollos de rosticería dando vueltas el cuerpo para que se calentaran todas las partes del cuerpo.
Al día siguiente de igual forma no tuvimos mucha suerte, pero al tercer día después de caminar y caminar nos vimos en la punta de un cerro mi esposa y yo admirando tan hermoso paisaje, cuando escuchamos unos ruidos, nos asomamos y eran unos jabalís, mi esposa muy emocionada me decía, tírale tírale al gordo ese, pero yo estaba eligiendo el mejor, cuando vimos que por otra veredita están subiendo más de ellos, entonces le dije a mi esposa deja le tiro al que esta hasta allá, que le disparo y que creen! que no le pego
¿cómo es posible que siendo campeón de jabalí en movimiento no pudiera pegarle?, en eso al escuchar el estruendo subieron todos corriendo para todos lados, eran como 20, y se desviaron y venían de frente a nosotros, no teníamos donde resguardarnos ni nada, entonces le dispare a otro que paso muy cerca y le volví a fallar, no puede ser, y más corrían por todos lados, llego uno casi a mis pies y ese si lo mate a escasos centímetros, pero recuerdan el retén de la carretera, le movieron tanto a mi rifle que por esa razón falle, y también me confieso culpable de no haber revisado y apuntado mi arma antes de salir de cacería, me confié y miren lo que paso.
Le pregunte a mi esposa como se sentía y si no le había dado miedo, pero me respondió que no y que fue algo muy emocionante, entonces le dije como buenos cazadores hay que pelarlo, limpiarlo y cargarlo, ella no quería que lo abriera, pero le enseñe como se debe de hacer, para que salga limpio y con el mínimo de sangre, me lo colgué y caminamos a donde nos iba a encontrar el guía, llegando todos festejamos, el cocinero hizo chorizo con la carne de jabalí.
Al día siguiente caminamos varias horas mi esposa y yo, cuando encontramos un lugar increíble, era un riachuelo con agua transparente, rodeado de árboles frondosos cuyas copas enormes hacían sombra sobre el rio, nos sentamos a platicar como 2 buenos amigos, tirados en el pasto disfrutando del silencio, y solo escuchando a las aves que volaban cerca de ahí, fue una experiencia única que no podré olvidar, ya descansados subimos el ultimo cerro y por fin me salió el venado, fueron 3 tiros, alcance a ver que se cayó, fuimos rápido a buscarlo y a unos 100 mts del disparo lo encontramos, fui a buscar al guía y bueno no les quiero decir el recibimiento que tuvimos en el campamento, fue el broche de oro para concluir con tan inolvidable cacería.
La verdad mi esposa me dejo admirado de como logro caminar a mí mismo paso, con botas de tacón, nunca se quejó ni del clima, ni de los insectos, ni de nada, la verdad resulto ser bien trucha, para mí, fue una de las mejores acompañantes de cacería que he tenido.